El peligro de unas escobillas en mal estado

    Cuando llueve, hay menos luz ambiental y, además, las gotas de agua en el aire reducen la visibilidad horizontal. Asimismo, la lluvia modifica drásticamente el entorno visual de los conductores, especialmente de noche: entre otras cosas, filtra parte de la luz de los faros y reduce las zonas iluminadas, cambia la luz que se refleja en la calzada, reduce las propiedades reflectantes de la calzada marcas, reduce el contraste entre los objetos y el fondo y cambia la percepción visual de determinadas superficies.

    Más peligrosamente, la lluvia afecta la capacidad del conductor para ver a través del parabrisas: incluso con el parabrisas en funcionamiento, las gotas de agua en el vidrio distorsionan la luz (no una capa uniforme) y reducen el rendimiento visual del conductor.  Todo esto se multiplica si el parabrisas tiene algún desperfecto (impactos, grietas, rayones, etc.) o si las palas están en mal estado. En este último caso, cuando llueve, los cepillos deteriorados dejan marcas de agua en cada barrido y también pueden rayar el vidrio.

    Por ello, se recomienda comprobar con frecuencia tanto el estado de los limpiaparabrisas como las escobillas y sustituir estas últimas al menos una vez al año (más, si recorremos muchos kilómetros).

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