Claves para conducir por la noche de manera segura
Las nuevas tecnologías de iluminación ayudan a una mejor visión, pero conviene revisar periódicamente su correcto funcionamiento
La conducción nocturna presenta mayores riesgos que cuando conducimos de día. Conducir de noche entraña peligros asociados a la pérdida de agudeza visual y la disminución del campo visual. En la oscuridad no apreciamos ni velocidad ni movimiento. Es más, ésta puede ocultar peligros visibles con luz diurna. Por ejemplo, los objetos oscuros no se ven sobre fondo oscuro.
La visión del ser humano por la noche es muy inferior y, a pesar de la iluminación que nos ofrecen los faros del coche, la agudeza y el campo visual se ven notablemente reducidos. Además, es más complicado calcular la velocidad, tardamos más tiempo en interpretar la señalización y se produce mayor fatiga. Además corremos riesgo de sufrir aparición prematura de monotonía, fatiga y cansancio, especialmente entre las 4 y las 6 de la mañana, cuando baja el nivel de alerta.
Es importante recalcar que el sistema de iluminación del vehículo es uno de los elementos de seguridad más importantes, por lo que la Asociación Madrileña de Distribuidores de Automóviles AMDA aconseja valorar como una mejora en seguridad los diferentes sistemas de iluminación que ofrecen como opción los vehículos nuevos, como los faros con tecnología Xenón, LED, adaptativos, matriciales, etc.
Para practicar una conducción segura siempre debemos aplicar cuatro premisas básicas que cobran especial importancia al conducir de noche: atención, adaptación, anticipación y vigilancia.
Uno de los puntos principales para conducir de noche con seguridad es adaptar la velocidad a la visibilidad disponible y no pretender ver más allá del campo de visión que nos ofrecen los faros del vehículo. Esta actitud genera en el conductor una fatiga adicional que puede provocar una reducción en la atención y originar situaciones de peligro. La utilización de las luces largas o de carretera reducen esta fatiga, pero debemos ser precavidos y cambiar a cruce cuando la situación lo requiera para no deslumbrar al resto de conductores de la vía.
Los deslumbramientos generan situaciones de peligro, si se da esta situación debemos mantener la trayectoria del vehículo y reducir la velocidad para adaptarla al nuevo y reducido campo de visión. Si el deslumbramiento es fuerte y persistente, podemos guiarnos por la línea blanca que delimita la parte derecha del carril mientras seguimos reduciendo la velocidad e, incluso, llegar a detenernos señalizando la maniobra como corresponde.
Existe otro tipo de deslumbramiento más leve y que podemos evitar, el que se genera en el interior de nuestro vehículo. No debemos circular de noche con alguna de las luces interiores encendidas, es conveniente reducir la iluminación de todas las pantallas del habitáculo (consola central, navegador…) e incluso la del cuadro de instrumentos. Toda luz interior significa una reducción de la visión exterior.